La desaceleración económica debido a la pandemia aún se deja notar. Tras los parones de producción en las diferentes industrias, vino la escasez de diversas materias primas y componentes afectando especialmente a la industria automovilística y tecnológica. Estas dificultades en la cadena de suministro se han ido extendiendo a más sectores.
Debido a esta escasez y al exceso de liquidez en circulación para paliar los efectos de la pandemia, unido a la inercia de la oferta a corto plazo y las tensiones geopolíticas, se ha ido fraguando la temida inflación, ya que las empresas están trasladando los aumentos en los costes de producción al consumidor.
Países como Noruega y regiones de Africa se han visto beneficiados debido a esta situación por su papel de exportadores de petróleo, gas, minerales, maderas y productos agrícolas.
No así en EEUU que todos estos problemas han visto frenar su impulso de recuperación, en el 4º trimestre de 2021 la tasa de inflación alcanzó el 7%, su nivel más alto en 40 años.
En Europa la situación es variada, así como en Francia la tasa de inflación sigue siendo moderada, Alemania y España han experimentado picos debido a la alta demanda de energía lo cual afecta a todos los precios de las cadenas de producción.
En China la desaceleración se hizo notar en el 4º trimestre de 2021 con una tasa de crecimiento anual del 4% , su nivel más lento desde el pico de la pandemia en 2020. Esta situación se ha visto agravada debido a la desaceleración del mercado inmobiliario, el mantenimiento de la política cero covid que ha supuesto un recorte en el gasto de los hogares, débil crecimiento en inversión y la escasez energética.